Un decálogo sobre el tipo de joranda escolar surgido de la reflexión común
Durante el periodo extraordinario de jornada continua ocasionado por el Covid, se ha producido dentro de la Junta del AMPA una reflexión constante acerca de las bondades y problemas que plantea dicha jornada. De esta reflexión, a la que siempre ha estado invitado cualquier miembro del AMPA, y del debate surgido en la última asamblea del AMPA (4-06-2022), ha salido este decálogo en el que argumentamos por qué nosotras no somos partidarias de abrir el proceso para cambiar la jornada.
En todo caso, dicha apertura se dirime en el seno del Consejo Escolar y los candidatos que todos votamos se pronuncian antes de cada proceso de votación sobre este asunto dado que es uno de los pocos importantes en los que las familias tenemos voto en el órgano de representación democrática del colegio. Aquí se puede ver la posición de los consejeros en las últimas elecciones (2020). Este año se renovarán parte de los consejeros de nuevo.
Vamos allá, estas reflexiones no están ordenadas en orden de importancia, todas cuentan:
–La jornada continua es poco amable con el alumnado de los cursos más bajos. Aboca a muchas horas seguidas, dificulta la siesta de los más pequeños y, sobre todo, hace que coman a las dos de la tarde en lugar de a las doce y media.
–La jornada continua dificulta la comunicación con el profesorado. Muchos hemos podido comprobar en el periodo excepcional de jornada continua que los contactos informales con las profesoras y profesores a la salida (los “comentarios de puerta”), se han acabado. Actualmente, el AMPA (y nos consta que también en el Consejo Escolar) está pidiendo que se retomen las reuniones de grupo (tres al año a lo sumo) a las 4 de la tarde, dentro de las horas complementarias del profesorado. Cualquier atisbo de que esto volviera a ser así, desde luego, sería imposible con una jornada continua.
–La jornada continua supone que los niños y niñas que se quedan en el comedor permanezcan hasta dos horas en el colegio sin la presencia de profesores y profesoras. Cuando se nos dice, “da igual, salen a la misma hora”, se obvia que no es lo mismo estar en un centro con todo su personal y un programa educativo que en un servicio de mera custodia con monitores y monitoras. Cuando se producen conflictos en el recreo ordinario, estos tratan de resolverse en clase. No sucede así con lo que sucede fuera de la jornada.
–La jornada continua menoscaba la viabilidad y la calidad de los servicios asociados al colegio organizados por las familias. Las extraescolares se diseñan para que sean a “precio de coste” pero ese coste de viabilidad sólo lo garantiza un número mínimo de alumnos. Si hubiera la mitad de niños, como sucede en estos escenarios, o bien no se podría hacer o bien su coste se doblaría. Lo mismo sucedería con el servicio de ludoteca. Las familias más perjudicadas serían las de menor renta o con menos apoyos familiares en la ciudad.
–La jornada continua hace peligrar la calidad del comedor. Uno de los puntos fuertes de nuestro colegio es tener cocineras y cocina propia, que actualmente es posible porque hay un número alto de alumnos del centro que utiliza el comedor. Probablemente, ante la caída de asistencia, sería sustituida por un catering, como ya sucede en otros muchos colegios. El comedor escolar es primordial para las familias de menos recursos, como hemos podido comprobar en la pandemia y en no pocas ocasiones supone el único plato nutritivo y saludable durante el día.
–Una jornada escolar continua podría impedir que se prestasen servicios adicionales que paga la administración. Las actividades que actualmente se prestan pagadas por el Ayuntamiento en horario de comedor (ajedrez, bádminton, etc.), acabarían desapareciendo con la excusa de que no es horario escolar. Lo mismo podría suceder con las actividades de Apoyo Escolar o PROA, que actualmente se celebran a las cuatro de la tarde. Con el centro cerrado, se dificulta su organización.
–La jornada laboral de la mayoría de las familias termina ya más tarde de la hora de salida del centro. Por lo que el previsible deterioro de los servicios de conciliación y la reducción del horario lectivo no haría sino complicar sus vidas. Estamos muy de acuerdo con que el colegio no es una guardería (como suelen aducir los partidarios de la continua), y por eso queremos que nuestros hijos e hijas sigan pasando sus horas en un colegio con profesionales de la educación en lugar de en el patio del colegio, sin más. Creemos, que las familias que podríamos permitirnos una jornada partida (por red familiar, renta para subcontratar los cuidados o por tener un horario compatible) debemos ser conscientes de las necesidades de la mayoría de las familias. Lo que para unas es preferencia para otras es necesidad.
–La apertura del proceso de jornada continua crea importantes desavenencias entre las familias de los centros. Después del Covid, la mayoría de los colegios públicos de Chamberí que no tenían jornada continua se han enfrentado a un proceso del que han surgido importantes quiebras en la convivencia de las familias (ninguno ha acabado con el cambio de jornada).
–Las razones ya han quedado plasmadas en los puntos anteriores pero merece la pena recalcarlo: la jornada continua perjudica a la mayoría de familias de menor renta y apoyos familiares en el país. La jornada continua va actualmente en contra de la misión de la escuela pública. ¿Conocéis muchos colegios concertados o privados con jornada continua? Precisamente en la escuela pública, donde la universalidad es mandato y tenemos un alumnado con mayor diversidad socioeconómica –que incluye en nuestro centro niños y niñas tutelados por la CAM–, es donde se quiere implantar obviando sus problemas de encaje social
–La jornada continua no se ha planteado nunca de manera seria en nuestro Consejo Escolar de todas maneras. Cada año, el claustro plantea abrir el proceso, pero no ofrece un plan pedagógico ni de organización del tiempo que pueda paliar los problemas que hemos explicado en los puntos anteriores. Dado que TODAS las familias que pedimos este centro lo hicimos sabiendo cuál era el horario (hay otros colegios públicos con jornada continua), entendemos que es un cambio suficientemente radical como para que se plantee de forma más seria…sobre todo porque en la práctica no tiene vuelta atrás.
*No hemos incluido en el decálogo argumentos que se desprenden de estudios científicos o realidades de otros países porque hemos querido acercar el debate a la realidad de nuestro centro. Seguramente, es posible encontrar argumentos para todas las posturas porque muchos son los matices y los sesgos de los investigadores, pero de la lectura de la información y acopio de datos que hemos llevado a cabo durante estos últimos meses hemos podido observar que muchos de nuestros vecinos más cercanos optan por la partida.
Algunos países que apuestan por la jornada partida son Bélgica, Bulgaria, Francia, Irlanda, Luxemburgo, Países Bajos y Reino Unido; frente a este grupo, hay países donde conviven los dos tipos de jornada (Italia, Portugal o España); y un grupo donde la jornada matinal es la predominante (Austria, Chipre, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta, Polonia, República Checa y República Eslovaca). En los países nórdicos (Suecia, Finlandia y Dinamarca), se hace jornada partida aunque esté toda concentrada en la mañana, pues se hace un parón para comer a media mañana que en España no se plantea y que, además, es coherente con sus climas y horarios laborales, En Alemania, llevan años replanteándose la jornada continua y vuelve a aparecer la partida, además de por problemas en el rendimiento escolar por problemas sociales que tienen que ver con el crecimiento del trabajo a tiempo parcial entre las mujeres y el fenómeno de “los niños de la llave”, es decir, por problemas de conciliación.